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Día Mundial contra la Pena de Muerte

Editorial por el Día Mundial contra la Pena de Muerte. Por Philip Ruddock, Enviado Especial de Australia para los Derechos Humanos.

El 10 de octubre es el Día Mundial contra la Pena de Muerte.

Hace cincuenta años, Australia llevó a cabo su última ejecución. Ronald Ryan estaba cumpliendo condena por robo cuando escapó en diciembre de 1965. Durante la fuga, un arma fue disparada, y el tiro mató a un guardia de la prisión. Después de 17 días huyendo, Ryan fue capturado, acusado de asesinato, condenado y sentenciado a muerte. Fue colgado el 3 de febrero de 1967.

La ejecución de Ryan provocó protestas a nivel nacional. Durante las décadas siguientes, los estados y territorios australianos eliminaron la pena de muerte de sus sistemas de justicia penal. En 2010, el Gobierno Federal aprobó una ley que impide la reintroducción de la pena de muerte en Australia.

El rechazo de Australia a la pena de muerte es parte de una tendencia mundial. Hoy en día, aproximadamente dos tercios de todos los países han abolido la pena de muerte en la legislación y práctica. Desafortunadamente, muchos estados siguen llevando a cabo ejecuciones.

En muchas maneras, el caso de Ryan tipifica todo lo que está mal con la pena de muerte.

En primer lugar, ningún sistema judicial está libre de errores y siempre hay un riesgo inaceptable de que una persona inocente sea ejecutada. En el caso de Ryan, existen dudas de que disparó el tiro que mató al director de la prisión.

Desde 1973, cuando la Corte Suprema restableció la pena de muerte en Estados Unidos, más de 150 personas condenadas a muerte han sido exoneradas. Aunque muchas de estas personas fueron absueltas basándose en pruebas de ADN, la mayoría fue víctima del mal manejo de la justicia, un fracaso simple pero demasiado común incluso de los sistemas jurídicos más avanzados.

En segundo lugar, la pena de muerte se utiliza de manera desproporcionada en contra de las personas desaventajadas o pertenecientes a sectores minoritarios. Ryan era de la clase trabajadora - su padre era un minero, su madre una criada doméstica. Muchos condenados a muerte no tienen la capacidad económica para acceder a una representación legal adecuada.

Por último, la pena de muerte -y la vida de los que aguardan la ejecución- son con mucha frecuencia una herramienta política. La pena de muerte sigue siendo una forma popular para que los gobiernos muestren a sus sociedades que son fuertes ante temas de ley y orden. Se requiere un liderazgo de valentía e inspirador para abolir la pena de muerte, especialmente cuando las encuestas de opinión pública demuestran apoyo a la pena capital. El camino hacia la abolición es a veces largo y difícil, pero cada paso es bienvenido.

Hay otras razones por las que la pena de muerte es abominable - no disuade el crimen, es objetivamente cruel e inhumana, niega al ofensor la posibilidad de rehabilitación.

Australia utiliza todas estas razones para abogar por la abolición global de la pena de muerte. No siempre es una discusión fácil de tener, pero es importante hacerlo.